Ofrecer condiciones de vida digna a personas con discapacidad intelectual que fueron abandonadas.
Innovación, comunidad, vida, entrega y personas.
Desde 1993, Frater ha sido un hogar para personas con discapacidad intelectual que vivían en condiciones de abandono. En 1994, Fundación Fraternidad sin Fronteras I.A.P. se constituyó legalmente como una Institución de Asistencia Privada.
Hace 30 años, nuestras fundadoras, Graciela Sodi y Yolanda Vincourt de Salles, conocieron a un grupo de personas abandonadas que vivían en un predio de la Ciudad de México. Era un espacio sin servicios básicos en el que habitaban personas adultas mayores, hombres, mujeres, niñas y niños, muchos de ellos con problemas de salud mental.
Era una escena desgarradora: las personas vivían en condiciones inhumanas, sin la infraestructura ni los recursos, como comida, agua, electricidad o productos mínimos de limpieza e higiene personal. Por ello, el estado de salud físico y mental de la mayoría era crítico, y requerían de atención inmediata.
Al enterarse de esta situación, Graciela Sodi y Yolanda Vincourt de Salles reflexionaron profundamente, antes de tomar una decisión. Finalmente, optaron por brindarles su apoyo incondicional. Asumieron con valentía la enorme responsabilidad de acompañarlas en su proceso, conscientes de que implicaba un compromiso para toda la vida. Como ellas mismas expresaron: “No podemos hacer como si no los hubiéramos visto”.
Desde una actitud de servicio, Graciela y Yolanda comenzaron a ubicar a algunas personas en instituciones que podían acogerlas, pero pronto se dieron cuenta que los lugares que apoyan a las personas con discapacidad intelectual son insuficientes. Ante esta necesidad, establecieron Fundación Fraternidad sin Fronteras, I.A.P. para atender a las personas que la mayoría de la sociedad no quiere ver.
El camino fue difícil. Durante los primeros años, Frater operó en casas prestadas, donde las condiciones aún eran precarias. Pero su esfuerzo no pasó desapercibido.
En 1997, el entonces Gobierno del Distrito Federal otorgó un terreno en comodato de 3,500 m². Con el apoyo de distintas personas e instituciones, entre julio de 1999 y septiembre de 2001 se construyó un hogar adecuado y adaptado a sus necesidades.
A lo largo de este tiempo, las personas que colaboramos en Frater hemos aprendido mucho sobre la condición humana y concretamente sobre la discapacidad intelectual y psicosocial. Esto nos ha permitido trascender el modelo médico asistencial, incorporando una visión social y de derechos de las personas con discapacidad intelectual. Diseñamos programas y actividades congruentes con la defensa de la dignidad y los derechos de las personas que viven en Frater.
Desde su inauguración, en la Fundación se han diseñado programas adaptados a las necesidades específicas de las personas con discapacidad intelectual. Su enfoque integral abarca tres pilares de atención: Albergue, Cuidado de la Salud e Inclusión Social, poniendo siempre a las personas en el centro de sus acciones.
Cada actividad está orientada a mejorar la calidad de vida y fomentar la autonomía. En sus más de 30 años, Frater ha sido hogar para alrededor de 110 personas. Actualmente, alberga con mucho cariño y entrega a 63 personas; 42 hombres y 21 mujeres, que reciben atención médica y neuropsiquiátrica continua y participan en actividades educativas y recreativas que les permiten desarrollar sus habilidades al máximo de su potencial.
Un aspecto fundamental de nuestra visión es dar a conocer la existencia de las personas con discapacidad intelectual que fueron abandonadas, que muchas veces son invisibilizadas por el Estado y la sociedad. Es importante tomar conciencia de que el abandono agrava cualquier condición de discapacidad y que todas las personas compartimos la responsabilidad de cuidar de ellas.
Frater, solo es posible con tu ayuda. La Fundación Fraternidad sin Fronteras depende de donaciones, subvenciones y apoyo financiero para mantener sus operaciones y ofrecer atención integral.
Cada donación es una oportunidad para ofrecer condiciones de vida digna a quienes más lo necesitan. Tu apoyo permite que las personas que viven en Frater accedan a servicios necesarios y ejerzan sus derechos.
Tu participación contribuye a construir una cultura del cuidado, ya que cuidar de las personas con discapacidad que han sido abandonadas nos humaniza.
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